martes, 7 de septiembre de 2010

No llames al entrar.


Habita en esta mujer desconchada un ansia de destino que se atraganta a cada golpe de marea. A veces las raíces se apresuran en el suelo con avidez de sabia insospechada. A veces también un balcón abierto lanza su vuelo dejando atrás nostalgias de porcelana rota.

Sólo en esta mujer, habitan destierros y acosos. Delirios y porcentajes de cordura mal distribuída. Manos y pies. El mordisco y la manzana. El silencio y la memoria. El plural de los esquemas que no cuadra cuando intenta multiplicar fuerzas sin cordón umbilical.

Pero en esta mujer hoy no hay fronteras, ni camiones de basura. No hay deudas, ni certezas. No hay tiempo para bailes con príncipes desgastados o explicaciones de guitarra vieja. Hoy sólo habita en ella un diluvio que ahoga surrealidades etéreas.