lunes, 24 de enero de 2011

Tránsitos, al fin y al cabo.

Fotografía de Josef Ehm.
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
Ángel González.

La herrumbre de los pasos,
me queja
me abdica.

Y esta suspensión anodina
en los márgenes de una realidad
que no comparto;
abyecta óxido en cada comunicación
por la torpeza del aire
que nos traspasa
y provoca.

Tu desnudez, calmada
por la evocación imprecisa
de esta memoria
que recorre tiempos
y espacios
y algún que otro golpe seco
de razón reducida
al puro sentimiento.

Tu voz, en la distorsión
de un diálogo
tangente
y rabioso por incapaz
de provocarme
un paro cardíaco
en esta torpe e inevitable caída
a tus vacíos.



martes, 18 de enero de 2011

El lamento de la femme fatale


Fotografía de Bill Brandt.



Es un mito erótico, dicen. Se pasea camuflada por la ciudad, con su abrigo grueso de colores fríos y botas altas, conjunto de chica-in que usa en cada recorrido de su casa al trabajo. Algún viejo la espera, apoyando su ansia en el bastón para verla cruzar por el semáforo en el que casi siempre corre un poco, dejando intuir el peso de la celulitis en cada paso apresurado.

En el trabajo se exhibe, coqueta y consciente, dueña de instintos y de animales. Toda una Pothnia en los descansillos a la hora del café aguado y mal servido. Hoy, labios color carmín delatan que es un día especial, un día gamberro.
Esta vez, el camino de vuelta cambia y al pobre viejo se le cae un poco el mentón al no verla cruzar a las dos y media. El panadero mira el reloj mientras se coloca las pestañas y coge aire (aumentando pecho y reduciendo abdomen). Debe estar apunto de llegar Ella, con su sonrisa al decir "Hola, ¿Me pone una barra de pan, una barra de solterona adicta a las dietas? Pero hoy, no llega y el panadero respira resignado.

Esta mujer camina apresurada, como si llegara tarde. Se para delante de un escaparate, se quita el abrigo y lo deja tirado en la acera; quiere lucir su cuerpo y se guiña un ojo. Sube a una azotea por una salida de emergencia. Y allí, en lo alto, sentencia:

- Porque tus maxilares me codician y yo ya no me vendo al mejor postor, ni al peor, ni a ninguno. No quiero tus sueños rotos y tus piropos baratos made in Becquer. Quiero que me desnudes despacio y me arañes por impostora, cuando compruebes que todo son tintes y etiquetas y rimels y orgasmos vacíos y fingidos. Quiero que además de mirarme las tetas me desordenes de arriba a abajo. Quiero que me conozcas hasta agotarte y de una bofetada me digas; ¡mírame, coño! Quiero que seas Mujer y Hombre y te importe cómo hacerme gritar mientras me tocas.

Se fuma un cigarro y con la última calada, aplastando la colilla contra el suelo, amenaza los restos con un " Muérete, insecto, que ahora vivo yo".

jueves, 13 de enero de 2011

Declaración de intenciones.


Fotografía de Chema Madoz.

Me abstengo del zafio ridículo de contener el aliento ante la palabra malsonante, el acto pervertido de tu boca que se aproxima o la mano que alcanza esta carne.
Me opongo, no obstante, al batiente abierto de mis piernas ante un cualquier " me gustas, encanto" a las mañanas sin palabras y a los alientos desordenados.
Me declaro objetora de tus obsesiones y las suyas, y las de más allá (por si acaso).
Me sitúo en la frontera de mi piel, extraditándote a los confines de mi memoria, reteniéndote en el más absoluto de los presentes, para así no mezclarte en pliegues con otras sábanas.
Me gradúo en vasos de vino y botellines de cerveza, con el despropósito de no mezclar en color y sabores.
Me instruyo en cada una de mis cojeras, preparando una inyección anestésica de emergencia para cuando estén lejos las demás curas.
Me alimento del reino vegetal y sus aledaños, intentando no pervertir mis alrededores con los altercados de mi conducta.

Sólo me queda desearme un "alea iacta est". Brinden conmigo, alcen sus licores preferidos y sentencien bien alto: ¡Nunca bebas ni vivas con moderación!
Así sea.

(Todas estas tautologías, en realidad, están sujetas a posibles virajes).

sábado, 8 de enero de 2011

Destiérrate.

Fotografía de Dorothea Lange




Me gustaría decirte "Qué mal te he querido" y dejar el libro, a medias de leer, encima de la cama. Pisar el suelo de cerámica, que conserva este frío por el que tiritan los cristales, descalza y pensar que podrías venir a calentármelos.
Porque fuera, la historia quema y abruma y me hace tener esas ganas de llorar profundo, hasta que la cabeza me apriete tanto que los ojos se vuelvan incandescentes y rabiosos.
Pero no te lo digo y enciendo velas que desplacen oscuridades y otras vicisitudes que amenazan lluvia sin plegarias y en clave de desconciertos. Me muerdo el labio, fuerte, para que el dolor salga de alguna manera herido y sangriento.
Estoy escupiendo el germen atormentado de mis dudas. Deténme.

miércoles, 5 de enero de 2011

Horror non vacui

Feininger "La dama de malva"


Me gusta ser odiosamente mortal, y que todo termine y empiece de nuevo, que no existan en mis átomos y células ningún resquicio de eternidad para mi memoria...a pesar de los innumerables gramos de vida que circulan por mi sangre, obviando que en cada inspiración cotejo el aire de mis ancestros y de tus quejidos.
Me gusta pensar que el vaho que hoy entela los cristales es sólo mi anhelo de h intercalada en todas y cada una de las conversaciones a tus espaldas. Que mis desgarros no llegan a calar en tus oídos. Que estoy sola, muy sola y jodidamente feliz. Porque empiezo a gustarme entre estas tintas que destiñen mis cabellos, las de unos puntos suspensivos que ahora recojo para no dejar rastro ni puertas entornadas.
Sal por el balcón si intentaste llamar a mi puerta.

martes, 4 de enero de 2011

El ciclo del agua.

Fotografía "Glass tears" de Man Ray.

"Tengo centenares de épocas en mi breve tiempo
Tengo miles de lenguas en mi ser profundo".
Huidobro.

Quiero decir que, tal vez esté bebiéndome el sudor jabonoso de Séneca, el gargajo de algún lord o las secrecciones de Rembrandt. Qué altanero propósito al que sin querer jugamos; este cerrar círculos que nos traspasa.
Porque sigo siendo un trocito de siglo XVI, un poco de añil en la paleta de Monet, el temblor de los labios de una fiel esposa delante de su primer amante. Soy, también, aquella nota colgada en la taquilla de un adolescente. Una piedra en Roma. Mis uñas tienen acetato de celulosa de las lágrimas de cristal. Mis huesos tienen un poco de la sustancia de tus zapatos.
Hoy soy uno de esos ciclos que se cierran, el desagüe por el que circulan y se olvidan todos los principios y finales. Porque me deleito con las mitades sin bordes ni eternidades.
Hoy sólo yo, sin mi atravesar el mundo en su espacio y tiempo.
Porque
Hoy quiero el pan sin corteza.