sábado, 5 de febrero de 2011

De sangre y fluidos.


Ya sé, ya sé. Éste es el mismo reflejo que te clavará esa punzada que ya cuenta 2555 nudos en la aorta. Lo sé, porque yo también lo disimulo un poco con el eyeliner, para que mi mirada sea menos tuya y el cabrón del espejo deje de devolverme tus ojos.
Te levantarás al lado de ese otro. Bostezarás un poco exageradamente, para quitarte el sueño. Irás al baño para mear y lavarte un poco. Ése. Ése es el momento. Alzarás la vista y me verás a mí, como yo te veo a ti. Un pálpito que no atiende a razones acudirá, tal vez, al lagrimal...y te desharás de él con la misma velocidad con la que te enciendes el cigarro mañanero.
Los nudos van cortando riego y el corazón ya ha sido declarado zona necrosa.
Digo, sálvese quien pueda. Y me lavo tu cara.

6 comentarios:

  1. el nudo
    corredizo
    nudo
    del ahorcado
    después la tempestad
    el soplido
    nada por aquí
    algo por allá
    cicatrices
    convertidas
    en estatuas de sal
    la sonrisa fundida
    en las marcas
    sanguijuelas
    del ayer

    ResponderEliminar
  2. Jodamos pues, Rocío ;P (hehe)
    Nikolayevich; de corpúsculos salinos se llenan estas venas...¡Que alguien me explique cómo disolverlos!
    Sta. Quiconque...merci! ;)
    M.Samsa...gracias!gracias! :)

    ResponderEliminar
  3. llevo un rato leyéndote (que llevaba tiempo sin hacerlo) y este texto, especialmente, me parece genial. Y ese final "me lavo tu cara", brutal.

    ResponderEliminar