lunes, 14 de febrero de 2011

Permanencia de la ausencia.

Monument. Boltanski.
Va de fotografías- esos monumentos funerarios-, del azar y la contingencia. De la vida y la muerte, tan presente la una como enfatizada la otra por su hiriente ausencia. Va de lo tangible de esta materialidad del recuerdo y la extrañeza que provoca su ausencia real.

Son reliquias por su deseo de permanencia y dolorosas huellas efímeras que nos empujan hacia la evidencia de la mutabilidad del recuerdo. De la fragilidad de la vida y de cómo la eternidad de la muerte se vislumbran en soledad, pues uno termina desapareciendo – o muriendo por segunda vez- cuando deja de ser reconocido en las fotografías. El empeño de éstas por fijar un instante de forma perpetua, se ve fracasado por lo imperfectamente perezosa que resulta la constancia del recuerdo en las personas , a pesar de negarnos a nosotros mismos la evidencia de que el olvido es la consecuencia más natural de la muerte.

El sueño de permanencia es mutilado y los restos de la feroz batalla (que es la vida) quedan elocuentemente ordenados en forma de fotografías, medio de conquista de esta banal supervivencia prometeica y es que, nos fue concedido el fuego, pero no la ambrosía.

Inquietante resulta la muerte en la era de la “reproductibilidad técnica”, donde los rastros de una persona – su imagen, su ropa, sus objetos- sobreviven sin memoria. De todo ello nos habla la obra del artista Boltanski, que usa imágenes anónimas distorsionándolas personalmente para obtener ese carácter más abstracto y universal, obviando precisamente una individualidad que el tiempo ya se ha encargado de borrar.
Son estelas funerarias que evidencian la naturaleza trágica de un avance tecnológico que nos sobrevive inútilmente por no responder a la demanda de la Infinitud.
En sus "Monumenta", el uso de la luz y cables que las rodean subrayan el carácter de estela, donde las lámparas en sustitución de las antiguas velas, nos recuerdan también la fragilidad de la llama (de la vida).

Al respecto, Gaston Bachelard decía; “ El soñador de llama une lo que ve con lo que ha visto. Conoce la fusión entre la imaginación y la memoria”. De esa unión nos quieren hablar estos vacíos, de parcelas de lo vivido que, por no ser recordado debe admitirse en el campo de la indefinición imaginativa, que ante esta nueva indeterminación resulta ser posibilidad en potencia y por tanto también, un reflejo de nuestro propio destierro.

La mayor parte son fotografías de niños en un primer plano; la presencia de una ausencia cuya
juventud se ha desbordado hacia la muerte, permaneciendo en un estado de falsa insistencia que nos instiga e incomoda, por sabernos culpables de su olvido. Sus nombres emergen silenciosos pero eficaces y sustituye la palabra por su imagen, icono irrefutable de nuestra era. Es el homenaje que les ofrece Boltanski, es la emersión que, aunque anónima pretende transmitirnos un hecho, una sensación, un sentimiento común que en Occidente ha sufrido el envilecimiento de lo material, donde la memoria sólo pervive a través del objeto y no del conocimiento, lo cual,
tal vez, no hubiera dejado huérfanos tantos vestigios de vidas ignoradas.

A estas “pequeñas memorias” van dirigidas estas fotografías, vidas que no aparecen en los libros de historia pero que presentan el valor de la unicidad que, sin embargo, jamás será descubierto. Es una batalla perdida de antemano, es precisamente la necesidad que se concretó en la imagen
fotográfica desde que ésta comenzó a suspender y plasmar trocitos de realidades – recordemos el “punto de vista” desde la ventana de Le Gras-; es ese irrefrenable deseo de permanencia.


Punto de Vista desde la ventana de Le Gras.
Considerada la primera fotografía en 1826 por Niépce.




9 comentarios:

  1. Qué magnífica entrada, Pothnia!

    qué injusto y qué cruel es el pervivir en un trozo fotográfico pero no en la memoria de las personas. qué caprichosa ésta que hace y deshace los recuerdos.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Rocío! :)
    Sí, caprichosa memoria ésta...nos deja tantos objetos en orfandad...

    ResponderEliminar
  3. me encanta la foto de tu avatar de perfil.
    me recuerdas a las geishas, tan blanquita y con los labios rojos :)

    ResponderEliminar
  4. Es tristemente típico de la naturaleza humana el aferrarse a los objetos más que a las propias personas. Se puede vivir para siempre sin necesidad de objetos que nos recuerden. A veces, una idea, un simple recuerdo o unas palabras valen más (saltándose la regla general establecida) que una imagen.

    ResponderEliminar
  5. Gracias!! En mi avatar sufro un proceso de enharinamiento y enajenación mental transitoria :P
    Las ideas mueven el mundo, Betelgeuse ;)

    ResponderEliminar
  6. Daba una vuelta por internet cuando me encontré tu Blog. Te he estado leyendo un rato. Escritura directa, descarnada, artística, corpórea.

    El deseo de permanencia...lo que permanece a pesar de no tener valor para la sociedad de mercado, para una época de avance tecnológico y retroceso moral. La fotografía nos deja ese legado, la impronta de lo que queda, al cabo.

    ResponderEliminar
  7. Muchas gracias Cisne por pasearte por aquí :).
    Rocío, atendiendo a tu llamada, aquí estoy ;)

    ResponderEliminar
  8. Oins... qué eficaz soy! jaja
    En realidad es puro egoísmo. Me gusta leerte :P

    Besitos!

    ResponderEliminar