domingo, 30 de mayo de 2010

Retratos viejos


No soy aquella de gafas,

vestida de pastora y

mirada absurda.

No soy la hermana

que se cree necesaria.

No soy la chica sin nombre

que ocupó tu cama durante algunas

horas

Ni siquiera soy quien lloraba en los entierros

y en los descansos

de esta vida

No soy el coma etílico en un hospital

lombardo

No soy el sentido del cambio

en el rumbo

de la tuya.

Tampoco aquel enclave seguro

que abordaba

mi existencia.

No soy el miedo a perderte

ni lo complejo de estar contigo

No soy el aliento fresco

de menta

por las mañanas.

No soy la vecina educada

del ascensor.

No soy la conversación

apresurada

de los buenos días.

No soy lo profundo

de la embriaguez

filosófica.

No soy el lema

rotundo

de mis creencias.

Tampoco soy la duda

constante

en las disputas.


Pero soy mi ahora; mi quiero y puedo, mi sábana con tus marcas de sueño incierto,

mis apuntes non finitos, las horas que desean el verano, las botellas vacías,

el nudo en el estómago, los “no molesten”, el vuelo de una mosca, el grito ahogado

en la almohada... el vértigo del final.



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